El siglo XIX fue el de la expansión de la Revolución industrial por Europa Occidental y EE UU. Sus nuevas formas de producción (trabajo en cadena), sus materiales (especialmente el acero) y sus nuevas necesidades (estaciones de ferrocarril, puentes, mercados…) renovaron por completo la arquitectura del momento, iniciando la llamada arquitectura del hierro y cristal que es el antepasado directo de nuestros edificios actuales.
Junto al acero, otro material será protagonista: el cristal. Gracias a las nuevas tecnologías este cristal era mucho más resistente que el vidrio antiguo, pudiendo cubrir grandes espacios que permitían la iluminación natural de las arquitecturas a la vez que eliminaba peso muerto en las paredes de las obras.
Las posibilidades arquitectónicas, escultóricas y decorativas que ofrecían estos nuevos materiales, revolucionaron no solamente el aprendizaje de nuevas técnicas sino también la creatividad artística.
Pincha sobre la fotografía y podrás comprobar gracias al trabajo de los alumnos de 2º de Formación Profesional Básica, guiados por su profesor Manuel Barrientos, cómo ese aprendizaje y creatividad también se aplica en nuestras aulas.